miércoles, 26 de octubre de 2011

Político honrado

De familia politiquera procedo y me encanta la política, puedo decir que es una de las cosas que más me gusta hablar. Todos los Hidalgo en mi pueblo estamos señalados como los coloraillos aunque he de decir que yo no me señalo de roja, que me gusta ser crítica con todos los partidos políticos y construir mi propia utopía.
Desde pequeña he convivido con la política, recuerdo como mi padre siempre estaba ocupado de un lado para otro fuese la hora que fuese y el día. Tampoco se me olvidará cuando me iba con el a Huelva a arreglar los papeles de los montellaner@s que estaban en la fresa o cuando se celebraban las elecciones los barullos que se formaban. También recuerdo momentos malísimos como las discusiones en casa porque mi padre no pasaba tiempo con sus hijas, cuando mi madre se preocupaba por lo que dijesen los “panfletos baratuchos de supuesta política”,… y el más malo sin lugar a dudas y del que aun hay mella en mi familia, sobre todo en mi padre, es el de su salida de la vida política después de 18 años.
Soy partidaria de que cuando la gente lleva muchos años en la política y tienden a relajarse, es el momento de que deje la política. Con esto no quiero señalar que a mi padre le sucedió todo esto, al revés, a mi padre le fascina y su último día lo hizo como el primero, con todas sus fuerzas. Lo que hizo a que mi padre se fuese fueron errores ajenos de los que se vio salpicado y acusaciones de delitos por parte de la oposición, no ciertas.
Mi padre hace ya más de 10 años que se retiró, es un gran referente para mí y por eso me querría desvincular de la política aunque me guste y mis más allegados me inciten a formar parte de ella. Fíjense ustedes que hasta que punto me puede influir que estoy estudiando derecho por hacer lo que hacía él, ayudar a todos con el papeleo y buscarles las traquiñuelas a la administración. Desde que él dejo la política se que no es el mismo, el vivía para el pueblo y por el pueblo, se sentía autorrealizado con ello porque se le notaba en la cara.
Estoy hablando de una época no muy lejana, de cuando los albañiles tenían de sueldo 150.000 o 160.000 pesetas mientras que los concejales 100.000 pesetas; o cuando los coches oficiales eran tan solo uno que le daba diputación al ayto; o cuando la feria la montaban los 3 electricistas, el peón albañil y los 7 u 8 concejales que había en el equipo de gobierno. Realmente estoy impresionada con la política actual, sea el partido que sea en el pueblo que sea, cuidad, Comunidad Autónoma o Estado. Parece que se nos ha olvidado qué el oficio de político tiene que venir de vocación y ha de ser una persona honrada, comparto la idea con Alejandro Navas (prof de sociología en la Universidad de Navarra) que “el político debe destacar por la nobleza de sus sentimientos y la dignidad de su porte extremo. Hablar de modo pausado y nunca perder la serenidad, la fiabilidad y ser conciliador, no habiendo nada en él que sea vulgar”.
Actualmente parece que a los políticos se les ha olvidado la honradez, no estoy diciendo que todos sean corruptos sino que no son honrados con sus acciones. Si quieren subirse los sueldos pues se los suben, si quieren contratar mas personal sin hacer falta pues lo hacen, si quieren… pues lo hacen. Solo me falta decir desde estas cuatro paredes de mi habitación, que hecho de menos un político de verdad y a todos ellos recordarles que el 15M fue como una llamada de atención a ellos y que el sistema debería de cambiar.

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